COCOA

¿Por qué COCO.A es diseñadora?

Honestamente no fue la primer opción, sabía que tenía cierta facilidad y gusto por el color, las formas, los espacios, me impresionaron las campañas publicitarias en televisión, me era simple recordar un jingle o eslogan, a la fecha es básicamente mi lenguaje, pero estudiar diseño gráfico, bueno, ni siquiera sabía que era o que existía una carrera para vivir de ello.

En realidad lo que me apasionaba era actuar, asistí unos años a la academia de Bellas Artes, participaciones típicas en el club de teatro de la preparatoria, aun recuerdo que me hicieron un casting en donde debía representar a una mujer cocinando… como todos, tengo la típica y clásica tía que mientras realiza las labores del hogar se queja con el marido… bueno, la recordé tan bien que a partir de ahí me eligieron, fue como ganar algo más que un Oscar o un Cannes.

Y ¿Que paso?, pues hicimos las maletas y nos mudamos, siendo norteña del mero Chihuahua del Mineral del Parral, llegamos a un estado que tenía momias, festivales de música, y una universidad con más de 100 escalones (son 86, pero yo veía que eran 100 que parecían 200), la Universidad de Guanajuato. Mis padres no eran los más felices con la idea de que yo estudiara actuación, y en la Ciudad de México ¡Menos!, así que ellos, más que yo, se dieron a la tarea de coquetearme con varias carreras universitarias, la primera:“Puedes ser una gran abogada” , mi respuesta: – “¿Es neta?” -, la segunda “Siempre quisiste ser Maestra, puedes entrar a la Normal” , mi respuesta: – “¿Es neta again?”. 

Honestamente, el tiempo para decidir se terminaba, sabía que la actuación se alejaba cada vez más , y después mi papá toma las llaves del auto y dice las palabras que cambiaron mi vida : -”Vamos a la Escuela de Diseño de Guanajuato”- , para mi esto se convierte en un: “Es tu última oportunidad, no eliges, te vas de mesera el resto de tus días, aquí flojos no habrá”, por cierto ¡Gracias papá!. Corte A: Llegamos, y ahí estaba, un mural cubista, un edificio que no estaba ad hoc con el resto de la ciudad, y un puño de gente que claramente había tomado la mejor decisión de su vida, si hoy me preguntas, ¿Por qué estudiaste diseño?, mi respuesta sería: por que me enamore del edificio de la escuela de diseño.

Y de ahí el resto es historia, un camino con más baches que aplanados, un talento no nato que se tuvo que desarrollar a base de mucho esfuerzo, mientras yo veía a mis mejores amigos realizando trabajos, tareas con claridad , estética y creatividad en unas horas, yo tenía que pensar y leer por días para obtener una idea medianamente buena. Pasaban los semestres y solo podía pensar “Por qué no fui maestra”. Hasta que llegó el segundo momento que cambió todo, una clase especial, una clase tan bien dirigida que me hizo lograr amar lo que estaba odiando, ya ni el poder del edificio que me hizo querer ser parte de ello podía sopesar el rencor a una carrera para la que no había nacido, llegó la bella clase llamada “PUBLICIDAD” (Gracias querido profesor Jose Luis).

Un par de clases, un par de talleres, una muy codiciada medalla universitaria y bueno, el amor por el diseño se quedó, aún falta camino, pero trabajamos día a día para hacer de este un mundo más diseñado.

¡Dulces Días!